Joaquim Chancho (Riudoms, Tarragona, 1943) se dio a conocer en la escena artística a finales de los años sesenta al lado de otros artistas de su generación que a través de planteamientos postinformalistas y postminimalistas persiguieron mediante unos lenguajes que oscilaban entre aquello sígnico y aquello geométrico, un territorio propio que les permitiera seguir avanzando en la construcción de un proyecto personal, desplegando la pintura como bandera.

Joaquim Chancho (Riudoms, Tarragona, 1943) se dio a conocer en la escena artística a finales de los años sesenta al lado de otros artistas de su generación que a través de planteamientos postinformalistas y postminimalistas persiguieron mediante unos lenguajes que oscilaban entre aquello sígnico y aquello geométrico, un territorio propio que les permitiera seguir avanzando en la construcción de un proyecto personal, desplegando la pintura como bandera.

¿ Quien tiene miedo del rojo? es el título de la exposición que toma el nombre de una obra de Valerio Adami que forma parte de la Colección Martínez Guerricabeitia de la Universitat de Valencia y que muestra una panorámica de los artistas españoles del siglo XX, además de algunos italianos y franceses, que han situado el suyo ideario creativo dentro de unas coordenadas de crítica sociopolítica, de acuerdo con las preferencias del fundador de la colección.

Joaquim Chancho (Riudoms, Tarragona, 1943) se dio a conocer en la escena artística a finales de los años sesenta, y a través de planteamientos postinformalistes y postminimalistas, mediante un lenguaje que oscilaba entre el signo y la geometría, se instaló en un territorio propio que le permitió adelantar en la construcción de un proyecto personal, desplegando la pintura como bandera.

Colérico, despiadado, tierno, romántico. Misántropo. Josep Maria Alcover (Palma, 1950) es un artista o, mejor dicho, un ser humano que de sopetón se convierte en artista. Y quizás ésta es una de las razones por las cuales uno de los defectos de su vida es su final demasiado feliz. Feliz por haber creado, por haber caído, por haber prendido fuego a su pasado con una mecha demasiado corta y haberse quemado los dedos, con los cuales continúa tejiendo, picando la obra.